monti otoño 2013

monti otoño 2013
Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red

Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.

Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.

Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.

sábado, 24 de marzo de 2012

10 propuestas gastronómicas para Pascua

A la marcha que vamos, Pascua va a quedar -junto con las vacaciones anuales quien las tenga- como el único momento para poder disfrutar relajadamente de la gastronomía. Las de 2012 están a la vuelta de la esquina. Les incluyo ocho sugerencias que me resultan atractivas ordenadas por su distancia desde Valencia.


1. Daimús, a 71,8 km. Casa Manolo. Los Fominaya no descansan y hace meses abrieron una barra para completar su oferta. Los precios son moderados, la calidad buena y el servicio también. Aunque no soy amante de comer de pie, excepto en la cocina de mi casa, es una opción próxima y atractiva ya que permite componer uno mismo algunos platos. Sin embargo, no siempre la oferta de productos es amplia. Pero en este local casi todo tiene una solución.
2. Madrid, a 357 Km. Taquería del Alamillo. México en España. Sabía de su existencia pero hasta hace poco no pude visitarla a pesar de mi pasión por la comida mexicana (bien hecha). Espectacular la calidad del maíz con unos precios muy moderados. Es un local modesto pero capaz de transportarle a uno a lo mejor de la vertiente sencilla de la gastronomía de aquel país. Insuperable la salsa de chile verde. No tiene web: Dirección: Plaza Alamillo, 8. Madrid, 28005. Mejor reservar porque suele llenarse.
En Vitoria
Comedor de Arkupe
3. Vitoria, a 573 km. Arkupe. Un restaurante de comida casera como la de toda la vida pero elaborada con un cuidado nada frecuente en estos tiempos. Espectacular el pulpo al horno y el bogavante. Pero tiene una carta lograda y a precios moderados desconocidos por aquí a pesar de la crisis que dicen que hay. Imprescindible reservar.


4. Gijón, a 834 km. Casa Gerardo. Demostración palpable de que la imaginación no es incompatible con ninguna cocina. Hasta la cocina asturiana puede ser vista desde una perspectiva novedosa sin por ello perder su personalidad. Una lección que muchos aquí deberían aprovechar perdidos en filigranas y filosofías baratas. No es fácil llegar, pero los navegadores se hicieron para esto.
Así lo sirven en Casa Gerardo
Ensalada de bogavante en Casa Gerardo
5. Roma, a 1.118 km. Grano Ristorante. Comer bien en Italia no es difícil. Comer muy bien, sí. Este restaurante romano consigue situarse muy por encima de la media con una carta en cuya elaboración hay dosis iguales de tradición e innovación. El único problema es que no se puede reservar online y no contestan a los @mails. Por tanto hay que pasar antes para asegurarse una mesa. Merece la pena.


5.bis Trattoria Enoteca Capranica. Un local tranquilo y espectacular con una carta de vinos en la que se puede aprender mucho de vinos italianos. El servicio es de una gran profesionalidad, como en casi todos los restaurantes en Italia, los postres sobresalientes y las propuestas de la carta, sin sorprender, están aceptablemente elaboradas.
6. Bruselas, a 1.319 km. Comme chez soi. Excelente restaurante en otra de las pocas capitales europeas con conexión aérea directa desde Valencia. Cocina francesa, con todas sus ventajas e inconvenientes, a precio muy inferior al de Paris. La proximidad de las mesas puede hacer que uno tenga la sensación de que el comensal contiguo va a meter el codo -o el tenedor- en el plato. Pero la calidad de la elaboración es extraordinaria. Precios elevados que, en mi caso al menos, son compensados por la calidad de la elaboración. Vinos a precio francés, esto es: abusivo.
Postres de Roma
Chocolate en la romana Capranica

7. Londres, a 1.339 km. Nahm.  Un thai de los de verdad en uno de los hoteles más elegantes de Londres. Aunque sólo apto para aquellos que saben de lo picante de la auténtica comida de Thailandia sus propuestas son espectaculares. Y el precio, sin ser barato, está muy por debajo de otros de esa cocina. Se puede reservar a través de la web.
7.bis Triphal. Un indio de la calidad -y decoración- que todavía no es posible, que yo sepa, encontrar en España y menos en Valencia en donde la adaptación al medio ha anulado todo lo que no sea el aroma de la cocina india. Excelente calidad, buen servicio y precio moderado. El único defecto es su localización alejada del centro turístico de la ciudad que hace difícil el desplazamiento. Pero tanto el tandori como los currys merecen la pena.
Triphal
Vista parcial del comedor de Triphal
8. Copenhague, a 2.041 km. AOC. Si uno está harto de tonterías con el sistema de reservas tipo las utilizadas por Diver.xo o Noma, a años luz de lo que fue El Bulli, y decide viajar hasta Copenhague, este restaurante, todavía poco conocido, es una muy buena opción. Seriedad e innovación van de la mano en unos menús muy superiores, por ejemplo, a los del finlandés Chez Dominique. Claro que los precios son de país avanzando de elevada renta y suscitan la duda de si merecen la pena. Pero si uno puede permitírselo mejor decidirlo por uno mismo y que no se lo cuenten.