COMENTARIOS ANÓNIMOS DE GASTRONOMÍA. La crítica gastronómica se ha convertido en un negocio. Debiera imponerse el comentario anónimo, para los productores y por tanto también para el cliente/lector. Como el rigor. No existe el paraíso ni la perfección. Pero la falta de profesionalidad cuando no el simple timo, en las cocinas o en la crítica, sí. De ahí Joe L. Montana.
monti otoño 2013
viernes, 31 de agosto de 2012
Camarena, Vergara, Argilés y Castro (o Castro y Argilés): un agosto movidito
El cambio en la oferta
gastronómica de la ciudad del Turia se acelera. Tras una etapa dominada por los
cierres y la falta de adaptación de los nuevos tiempos, la revolución de Vuelve
Carolina está expandiéndose de forma geométrica. Camarena en sus dos nuevas
ubicaciones, el 534 de Aleixandre, Kaymús que anuncia su apertura en el centro,
y así hasta una docena de novedades.
Buenos tiempos, pues,
para los amantes de la buena cocina. Lástima que en general la imaginación siga
siendo escasa. Ahora lo que arrasa el es steack tartare gracias a la carne de
buena calidad disponible. Porque hacerlo bien se sabe poco (incluyo a Kiko Moya
que también lo tiene en La Escaleta con una cantidad de cebolla exagerada).
Y
no he visto tampoco en mis visitas veraniegas (un poco de) apoyo a los (buenos)
bodegueros valencianos (Alicante, Castellón y Valencia) frente lo que ocurre en
otros lados dentro y fuera de España. Pero el mes que nos deja tiene tres
elementos descollantes.
· Camarena. La noticia de agosto ha sido el retorno del cocinero Ricard Camarena tras su marcha del local de la calle Almirante. No
hay crítico que se precie que no haya glosado la vuelta de este gran cocinero.
El tono de las críticas, todas buenas, demuestra que la modestia y el buen
hacer se recompensan por sí solos.
En mi percepción,
Camarena es el más apreciado de los cocineros que trabajan en el Comunidad
Valenciana precisamente por su carácter tan alejado del engreimiento que ahoga
a algún colega. De ahí también la importancia de la sonrisa de Banyuls que había perdido en la calle
Almirante (al menos las veces que fui). Compárese la atención que ha recibido
con las pretenciosas puestas en escena de otros, del que he leído pocas loas
hasta pasar desapercibido (también es cierto que nadie ha osado criticar la
petulancia de querer emular a Adrià), o la absoluta falta de atención prestada
a Aleixandre cuando no hace tanto abrió el atractivo 534.
En mi opinión el nuevo Camarena & Banyuls de la calle
Doctor Sumsí -el bar del mercado lo dejo aparte- tiene logros relevantes pero
también defectos. Entre los primeros destaca la fórmula que ha decidido
adoptar: o menú degustación/sorpresa o precio fijo para dos o tres platos de
una lista bastante amplia más los entrantes y el postre que decide el cocinero.
Contrario por definición como soy a que me den de comer lo que otros quieren,
esta segunda fórmula me parece magistral.
Todo un acierto al ir
además acompañada de una lista de platos, desde unas verduras con frutos de mar
excepcionales a un cochinillo con endivia (menos notable) pasando por el
calamar en caldo picante (sorprendente), de forma que uno puede modular la
contundencia de la comida. A un precio no modesto desde luego, en torno a 100
euros con un vino aceptable (con una carta de precios atractivos), pero
comiendo mejor que en ningún sitio hoy en la Comunidad Valenciana.
Entre los defectos,
encuentro varios -entre ellos una escasa atención a la insonorización- pero
destacaría la decoración del local. El 'efecto Rita', la contaminaciónlumínica, ha calado también en sus diseñadores que lo han llenado de halógenos
-o de diodos, espero, por el bien de la factura de electricidad- hasta resultar
hiriente a la vista. No comparto este criterio tan frecuente aquí de iluminar
los locales de esa forma, pero quizá deba señalar que prefiero mil veces un
paseo nocturno por Londres o por Ámsterdam que por Valencia.
Tampoco me atrae la mesa
del chef, espectacular pieza de roble, elemento distintivo del local aun con la
generosa separación que han establecido entre servicios. Para gozar de la
gastronomía mejor sólo que mal acompañado (al margen de que hoy el riesgo de
verse rodeados por malos fotógrafos y peores gastrónomos es cada día más
elevado).
· Vergara. Ha sido en relación con Camarena con lo que Antonio Vergara, considerado
el crítico gastronómico de referencia de la Comunidad Valenciana, ha resbalado
de manera contundente. Ignoro si ha sido voluntaria o involuntariamente, pero
asignar las estrellas Michelín al
cocinero y no al restaurante, aunque en este caso sea lo mismo, es ignorarlo
todo sobre la filosofía de la guía roja. Esa filosofía, sin duda discutible,
explica la baja valoración relativa de la cocina española frente a otras.
Creen los que la ponen de
vuelta y media cada año cuando se publican sus valoraciones sobre España que lo
único que importa, además de ser francés, es cocinar bien. Un error. La
profesionalidad del servicio o la decoración de la sala, o los baños (o una
puerta ruidosa de la cocina), tienen una gran importancia para los inspectores
anónimos.
Por eso mismo escribir
que "Ricard Camarena anunció que se iba del hotel Marqués de Caro con suestrella bajo el brazo", es erróneo. Ya le pasó a Arola, que las recuperó de forma sorprendente al año siguiente de
salir de La Broche del Hotel Miguel
Ángel, pero también les ha ocurrido a otros fuera de España a quienes les ha
costado mucho más tiempo recuperarla. La estrella, o estrellas, de la Guía
Michelín son siempre del restaurante y no del chef. Y si cabe el recurso
periodístico, discutible, de equipar ambas, como hizo Valenciaplaza.com, un crítico debe, a mi entender ser más
pedagógico. Es una forma de que sus lectores entiendan algunas cosas que otros
se empeñan en que las confundan.
· Argilés y Castro (o Castro y Argilés). Buena la han montado ambos
en este agosto que acaba con 'El picnic hoy' en la sección valenciana del
diario El País donde colaboran el
crítico y la fotógrafa. Una serie de comentarios del primero, apoyados unos más
que otros con imágenes de la segunda, han sido la comidilla de la Valencia
gastronómica en estas semanas pasadas. Si lo que pretendían, como algunos
afirman, era que se hablara de ellos, lo han conseguido. Otra cosa es el
acierto de sus opiniones, que la fotógrafa no ha limitado a las imágenes: ha
añadido a cada una un texto, sin relación con las valoraciones de Argilés, y en algún caso sin relación
tampoco con la imagen. En un caso fue un mero ajuste de cuentas. Desconozco, y
nada me importa, con quién o quiénes.
No comparto ni unas ni
otras. La valoración del crítico sobre el desayuno o la merienda (té inglés)
estaban -a mi juicio- cerca de la boutade. Y las opiniones escritas de los
fotógrafos no me interesan a no ser que hayan demostrado cualidades en ideas
sobre el papel, que no es el caso de Tania Castro. Pero me ha sorprendido, y
comparto todavía menos, la dureza de algunos comentarios que han recibido. Aquí
cabemos todos y son los lectores los que deben elegir.
Cierto es que no todos
han sido ungidos para colaborar en El País y por tanto la competencia no es
entre iguales, pero todas las opiniones, estén correctamente escritas o no, son
respetables. Lo que cabe ante ellas es la crítica con otros argumentos, no la
que se llama constructiva y que es sinónimo de lisonja. Y de eso ha habido poco
en los comentarios publicados. Pero la bronca demuestra lo viva que está la
ciudad (incluyendo obviamente los odios africanos y las facturas pendientes).
sábado, 25 de agosto de 2012
buenos vinos de EEUU (según el New York Times)
Y muchos accesibles en España a través de Alemania. Debo confesar que no los conozco y que mi fe en el diario en estas cuestiones es limitada. Pero superior a la que tengo en las valoraciones de Parker
JLM
JLM
12
Great American Values, in No Particular Order
Palmina Santa Barbara County Pinot Grigio 2011, $17
Palmina is
devoted to making wines from Italian grapes grown in Santa Barbara County. This
pinot grigio is fuller-bodied than what might come from northeast Italy, but
it’s lively, vivacious, balanced and properly refreshing.
Qupé Santa Barbara County Marsanne 2011, $20
Bob Lindquist is
one of the unsung heroes of California wine, and his Qupé label is consistently
overlooked, possibly because he makes wines of little-known Rhône grapes like
marsanne. This is actually a blend of two Rhône grapes, 79 percent marsanne and
21 percent roussanne. Pleasantly weighty and harmonious with persistent floral,
nutlike flavors.
Au Bon Climat Santa Barbara County Chardonnay 2010,
$20
While much of
California has veered from making bombastic chardonnays to lean “no oak”
versions, Jim Clendenen has stayed the course, making wines that are direct,
restrained and balanced. The 2010 chardonnay is lively and inviting, smoky and
spicy.
Lieb Family Cellars North Fork of Long Island Pinot
Blanc 2009, $19
What is it about
pinot blanc? It would be easy to dismiss this wine as nondescript, as it
doesn’t offer a cornucopia of fruity adjectives in a glass. Yet it is simply
delicious: dry and creamy with lightly herbal, mineral flavors. The texture
draws you in.
Hermann J. Wiemer Finger
Lakes Dry Riesling 2011, $17
The label says
“Dry Riesling,” but in fact it’s slightly sweet, like an old-school German
kabinett riesling from the days before global warming. Nonetheless, it’s
superb, with deep three-dimensional flavors, tangy and lightly fruity.
Ravines Finger Lakes Dry Riesling 2011, $15
A perfect
contrast to the off-dry Hermann J. Wiemer style. The Ravines Dry Riesling is
truly dry and intensely mineral, succulent and lip-smacking. A great house
white.
Heitz Napa Valley Grignolino 2009,
$20
Grignolino? From Napa Valley? While other producers
have converted their Napa vineyards of esoteric grapes into more lucrative
cabernet sauvignon, Heitz has held out and continues to make this ruby-colored
red, bone dry with dark, spicy flavors and a refreshing bitterness.
Bonny Doon Vineyard Central Coast Contra Old Vine
Field Blend 2009, $16
Contra is an
old-style blend, reminiscent of the days when Italian immigrants planted
multiple grapes side by side, harvesting and vinifying them together. This wine
is 55 percent old-vine carignan, a scorned grape worthy of scorn when
overcropped but winsome and perfumed when tended with care. This wine, which
also has grenache, mourvèdre, zinfandel, petite sirah and syrah in the blend,
is dry, fruity and harmonious with a streak of licorice.
Lenz North Fork of Long Island Merlot 2007, $15
I keep hearing
that merlot is making a comeback. If more merlots tasted like Lenz’s, perhaps
it never would have left. The ’07 is plummy, earthy and balanced, dry, lively
and pleasing.
Montinore Estate Willamette Valley Pinot Noir 2010,
$18
Once upon a
time, American pinot noirs were known as bridge wines, perfect for restaurant
dinners because they were versatile to bridge diverse dishes. Then a powerfully
fruity style became popular, which won high ratings but obliterated the
dinnertime harmony. The 2010 Montinore reverts to a time when pinot noir could
be counted on as fresh, energetic and subtle.
Oberon Napa Valley Cabernet
Sauvignon 2009, $18
How could good
Napa Valley cabernet be this cheap? Prices for grapes in 2009, in the wake of
the economic crisis, were down, and the Michael Mondavi family, which produces
Oberon, is clever about finding good grapes at low prices. It also makes wines
for drinking, not tasting. The ’09 offers real Napa flavors and structure
without the veneer of artifice that mars many low-cost cabernets. Subsequent
vintages will cost more.
Broadside Paso Robles Cabernet Sauvignon Margarita
Vineyard 2010, $20
Broadside teams
up Chris Brockway of Broc Cellars, which produces excellent, restrained wines,
and Brian Terrizzi of Giornata, which focuses on Italian grapes grown in
California. This cabernet, from a single vineyard in a cooler southern part of
Paso Robles, is animated by lively acidity and is made in a restrained style
that nonetheless is insistently spicy and stony.
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