
COMENTARIOS ANÓNIMOS DE GASTRONOMÍA. La crítica gastronómica se ha convertido en un negocio. Debiera imponerse el comentario anónimo, para los productores y por tanto también para el cliente/lector. Como el rigor. No existe el paraíso ni la perfección. Pero la falta de profesionalidad cuando no el simple timo, en las cocinas o en la crítica, sí. De ahí Joe L. Montana.
monti otoño 2013

Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red
Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.
Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.
Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Give me Five!! (Very good whites wines from Valencia)

martes, 25 de septiembre de 2012
En todas partes cuecen habas: y en Francia también
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El champagne del error aunque el rosado inferior al brut, (por supuesto con permiso de VEREMA) |
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Exquisito rellenado de copas en El Club Allard (Madrid) |
sábado, 22 de septiembre de 2012
Otros más descalifican e insultan y Montana comete un error: mis disculpas
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El origen de un erro que nunca debí cometer. El jueves cambio la imagen por la de las botellas que tengo en casa |
El origen de J.L. Montana, aunque sin la referencia al fabuloso quarterback de los San Francisco 49’s, es antiguo. Nació de dos experiencias en restaurantes de Valencia, Viveros y el Restaurante Azafata, junto al aeropuerto. En el primero una noche quise invitar a unos amigos a un pato a la prensa que había degustado en una reciente comida. Gran decepción. La prensa no funcionaba sino previo encargo. Intenté varias veces reservando por teléfono y nunca estuvo disponible a pesar de que con gente destacada de mi entorno familiar sí lo estaba. En el segundo, tenían un excelente postre de naranja con soufflé. Lo mismo: nunca pude degustarlo si no iba con gente conocida. Decidí entones que cuando pudiera escribiría de gastronomía, que lo haría de forma anónima para comer como uno más, relatando no ya las diferencias sino cómo comíamos los de a pie.
Nada nuevo, excepto algo que le he honra al descalificador: firmó con su nombre. Un rasgo que antes, para insultar y descalificar, sólo ha hecho un conocido cocinero de Valencia. Después esta persona se arrepintió y consiguió, ante mi asombro, entre indignado y decepcionado, que le suprimieran ambos comentarios. Por supuesto sin una disculpa, pero eso es lo de menos ahora.
Como resultado de ello, y para alegría de mis detractores, he suspendido mi colaboración con el medio que dirige el periodista que ha venido publicando mis comentarios durante el último decenio. Me retiro a mi blog para darme un tiempo y decidir si retomo la actividad con mi nombre, y sin morderme la lengua como ahora, busco otro medio para seguir igual, ambas cosas a la vez, o dejo de dedicarme a ello y a disfrutar de la gastronomía con mi familia y amigos.
martes, 18 de septiembre de 2012
L’Escaleta: excelente chef (de propuestas irregulares) y un penoso servicio de vino
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Entrante con champagne (como debe ser) en Le Clos de la Violette (Aix-En-Provence). |