Para elegir uno, la primera recomendación es que sea virgen extra, el único 100% natural procedente del prensado de la aceituna ya que el aceite no deja de ser zumo de aceituna. Más compleja es la selección de la variedad, dependiente del gusto particular de cada uno. Para ello es interesante hacer una cata de los varietales más habituales, que permite, además, constatar sus diferencias.
De los más de cincuenta tipos existentes en España, los varietales más frecuentes son el picual, tipica de Jaen y la más extendida. Se caracteriza por su gran cuerpo, su amargor y cierto sabor a madera. Es excelente para fritos y la venden muchas marcas entre las que Castillo de Canena es una excelente opción.
La hojiblanca, también andaluza (principalmente Córdoba y Málaga) presenta una inmensa gama de sabores, pero se pueden destacar como habituales en su cata el frutado herboso en el aroma y regusto final almendrado. Una de las marcas comerciales de mayor éxito es Hojiblanca, correspondiente a la cooperativa del mismo nombre, una de los principales productores de aceite del país. A mi juicio, Aceites Valderrama es el productor con un hojiblanca más equilibrado.
Por último, la variedad sin duda más reconocida entre nuestros aceites es la arbequina, originaria de la comarca catalana de Les Garrigues y hoy extendida por Aragón, Navarra y Cataluña, así como puntualmente en Andalucía. Entre sus características destaca su gusto a tomate y huerta. Produce aceites afrutados con cierto aroma exótico que se consideran ideales para ensaladas, tartares y carpaccios. El navarro Abbae o el catalán Dauro son dos de los más destacados.
También en la Comunidad Valenciana se producen magníficos aceites aunque poco conocidos en el exterior. A destacar el Segorbe Nostrum, 100% variedad Sierra de Espadán, y el picual Olivares de Vilaplana de Alcoi, menos famoso que el premiado coupage de Masía de El Altet.