COMENTARIOS ANÓNIMOS DE GASTRONOMÍA. La crítica gastronómica se ha convertido en un negocio. Debiera imponerse el comentario anónimo, para los productores y por tanto también para el cliente/lector. Como el rigor. No existe el paraíso ni la perfección. Pero la falta de profesionalidad cuando no el simple timo, en las cocinas o en la crítica, sí. De ahí Joe L. Montana.
monti otoño 2013
viernes, 14 de septiembre de 2012
El maltrato del vino en los restaurantes: siete ejemplos.
No se puede negar que la
atención a la calidad y al servicio del vino en los restaurantes ha mejorado.
Pero en la Comunidad Valenciana, y sobre todo en Valencia, siguen manteniéndose
rasgos y comportamientos que me parecen impresentables. Alicante sigue por
delante en este terreno (como en otros). A continuación resumo algunos dejando
fuera la escasez de vinos por copas y los precios en buena parte de los
locales. Ambos merecen un comentario por separado con los nombres de los
restaurantes.
Una carta impresentable.
Uno de los rasgos más comunes son esas cartas repletas (o no repletas, que da
lo mismo) de puntos, asteriscos o noes al lado, o encima, de los vinos que se
ofertan, cuando no tachaduras por doquier. Lo he escrito ya y lo repito: las
impresoras multifunción valen menos de 100 euros. Pero es que además venden en
las papelerías unos puntos autoadhesivos de tamaño variable y de diferentes
colores, el más frecuente es el rojo, que permitirían asear un poco la carta.
Las cuales, por otro lado, se presentan en demasiadas ocasiones llenas de
manchas de líquido. Unas y otras deberían desaparecer en todo restaurante que
pretenda pervivir.
Añada incorrecta. Con
frecuencia, las añadas no se actualizan o, menos habitualmente, figuran
equivocadas. El vino, sin embargo, es un producto vivo que cambia de manera muy
apreciable de un año a otro. Sólo los vinos industrializados consiguen mantener
una homogeneidad reseñable (que no completa como pretenden las bodegas). Por
tanto un vino de una añada puede tener poco que ver con el mismo vino de otra
(un buen ejemplo el Belondrade y Lurton de 2008 (excelente) y 2009 (mucho
menos). Sin embargo, en gran parte de los restaurantes no se mencionan añadas
(siempre se puede preguntar) o la carta incluye añada y luego le sacan a uno la
siguiente, lo cual es mucho peor. Si no se quiere ejercitar la memoria pra
recitárselo a los clientes, la impresora se impone.
Abrir antes de mostrar.
Menos frecuente que los dos anteriores, pero desde hace un tiempo ¿un año? se
está difundiendo la costumbre de sacar el vino descorchado a la mesa.
Seguramente porque demasiados contratados como camareros no saben descorchar
con facilidad. Es una falta de atención al cliente y no porque se piense que
pueden haberlo cambiado por otro. El vino se oxida y algunos con rapidez. Pero
es que además uno puede haber cambiado de opinión, o si es otra la añada,
preferir otro. Una derivación impresentable de esta versión es sacar las copas
de champagne servidas y no indicar de cuál se trata. En contra de lo que
ustedes pueden pensar no es cosa de baretos de playa: me ha ocurrido este
verano en La Escaleta con un Ougly Oruet en copas en la que había medio sorbo.
No preguntar quién lo
cata. Afortunadamente preguntar quién será el catador es cada día más
frecuente. Pero no siempre sucede. Y cuando no se pregunta siempre se da a
catar a los varones. ¿Acaso influencia de algún conocido club de vinos
valenciano en donde todos los participantes en las catas -en pleno 2012- son
varones? No lo sé. Pero de nuevo cuando son varios los comensales, o si hay
mujeres y hombres, es una desfachatez no preguntar. Error común también es que
si lo prueba alguna mujer, a continuación, tras aceptarlo, se sirva al varón y
no se rellene la copa a ella a pesar de que siempre se les sirve antes a ellas
(afortunadamente en España, no en Francia, han desaparecido las cartas sin
precios para las damas).
Sugerencias sin ton.
Muchos queremos aprender de los sumilleres. Pero los sabiondos insistentes son
cargantes. Yo diría que maleducados. Ya he mencionado La Escaleta, de la que
tengo pendiente un comentario, pero Redrado se pasa cuatro pueblos. Sirve el
vino cuando le place, por más que se haya renunciado al aperitivo "para
tomar una copa mientras esperamos los platos", pone una cara de espanto si
no le gusta la elección que raya la grosería y perora como si fuera dios. No es
el único. Y debieran saber los sumilleres que los gustos son infinitos y que
nunca se debe insistir con las sugerencias. El que se
bebe el vino es el cliente.
No proponer llevarse el
sobrante. Se sigue despreciando en demasía ofrecer llevarse el vino sobrante. Y
según parece es uno de los métodos que mejor resultado ha dado en otros países
para fidelizar clientes. Por muchos motivos, pero destacaría dos de los que he
leído. En primer lugar, por la muestra de atención y consideración que indica.
Y en segundo lugar, porque las bolsas para botellas, que no tienen por qué ser
caras, pueden convertirse en una excelente forma de publicidad del propio
restaurante. Jamás olvidaré aquella ocasión, no hace tantos años, en que en
Burdeos in Love, calle del Mar, me respondieron que el vino por copas dependía
de los sobrantes. Y se quedaron tan tranquilos de cobrarme 5 euros por copa, no
sin antes servirme primero una de Rioja para luego seguir con otra de Ribera.
Ha cerrado y los mismos dueños, espero que con más profesionalidad, han abierto en el mismo lugar 'Mar 4'. Un bar
de tapas más de los que inundan la ciudad. No me extraña que cerraran. Veremos
si esta vez tienen éxito.
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