COMENTARIOS ANÓNIMOS DE GASTRONOMÍA. La crítica gastronómica se ha convertido en un negocio. Debiera imponerse el comentario anónimo, para los productores y por tanto también para el cliente/lector. Como el rigor. No existe el paraíso ni la perfección. Pero la falta de profesionalidad cuando no el simple timo, en las cocinas o en la crítica, sí. De ahí Joe L. Montana.
monti otoño 2013
viernes, 16 de septiembre de 2011
Restaurante Lienzo: la falta de atención le pierde
Si algo tenemos que ofrecer como propio al resto del mundo, además de la paella, son las tapas. En Helsinki, en el Soho de Londres y en Moscú he visto locales con vistosos anuncios anunciándolas. Obviamente, lo que se ofrece en la mayor parte de éstos no tiene nada que ver con ellas, como en el local londinense de la imagen. Pero la permanencia de algunos demuestra su atractivo y que hay mercado para este producto.
Para nuestra desgracia, Aloña Berri en el Gros de San Se- bastián cerró por jubilación de sus propietarios, basílica del pintxo que no será fácil de igualar aunque siga habiendo, en el casco viejo donostiarra como en Madrid o Barcelona, atractivas ofertas. Valencia no ha sido tradicionalmente tierra de tapas (aunque sí de buenos bares) y de hecho la habitual acompañando a la bebida ofrecida en otras ciudades es aquí, a lo más, una aceitunas.
Pero hace ya unos años empezaron a surgir por doquier bares y franquicias que, ante la novedad, alcanzaron una notable acogida a pesar de sus elevados precios. Es el caso de Sagardi en la calle San Vicente, con precios de los vinos espectaculares y calidad media. Tanto ha sido el éxito que este año el grupo ha abierto un segundo local casi al lado (y bajo otro nombre). No son los únicos y poco a poco la ciudad se ha ido llenando de locales, supuestamente de tapas, aunque muchos de ellos ofrezcan un producto con escasa o nula relación con ellas.
Dentro de este segmento pero a un nivel superior, con una calidad y elaboración que no resiste la comparación con la media, se sitúa Lienzo, un local con una excelente cocina. No tiene, por tanto, nada que ver con los resultantes de la adaptación de algunos cocineros a la crisis que pretenden cobrarnos espumas varias (todas del mismo sabor y textura) a precios de escándalo.
El tartar de Lienzo es de los mejores que se sirven en Valencia hoy (jubilado Eladio Rodríguez) y lo mismo cabe decir de la tarta de manzana. También destaca el gazpacho de remolacha con quisquillas y la gamba a la sal cuando no hay paro biológico en Gandía-Denia, en cuyo caso baja de calidad espectacularmente. Por el contrario, resultan menos recomendables los buñuelos de bacalao, las vieiras o las patatas bravas, mientras el sandwich de ibérico me parece una propuesta fallida (como todas elaboradas con el infecto pan de molde a la venta en España). Ello, sumado a una buena carta de vinos -que sin ser extensa tiene una colección bien elegida- y a arroces, carnes y pescados de calidad.
¿Qué falla entonces en Lienzo? Todo lo demás exceptuando la cordialidad de Abraham Brández. Desde la recepción, que puede ser nula según a quien "le caiga el cliente", hasta el histrionismo de quien parece confundir descorchar y catar olfativamente un Petrus y no un vino aceptable como los hay a cientos. El mismo que cuando toma la comanda se cree obligado a hacer una gracia en la presentación de cada tapa y pretende que se pida según su gusto y no del del cliente. Y encima con un ruido espectacular a pesar del aislante acústico visible en techos que, evidentemente, no hace su función.
Claro que en las visitas en que el susodicho no estaba, el resultado ha sido todavía peor. En la última, entre semana y a medio día, había no más de cinco mesas a pesar de lo cual, la toma de la comanda se retrasó inexplicablemente casi veinte minutos, los servicios casi media hora (desde la comanda) y la tarta de manzana otro tanto. Entramos a las 14:30 y hasta las 17 no pudimos irnos a pesar de explicitar la intención era comer algo rápido. Inexplicable e inaceptable. ¡Una verdadera lástima!
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