Igualmente, y en general, el servicio en sala ha realizado igualmente cambios a mejor que deben ser reconocidos. El colegueo de hace un par de años casi ha desaparecido y el jefe de sala mandón que pretende decirte lo que debes de comer también. La semana pasada les comentaba el mal servicio de una camarera en El Poblet, pero aun siendo destacable, y sorprendente en un restaurante de esas pretensiones, es una excepción. O para ser riguroso, en mi experiencia reciente es una excepción aunque no sea la única.
Pero, por ejemplo, he disfrutado de un servicio de primera en Lienzo cuando había dejado de ir precisamente por el maltrato de un jefe de sala impresentable. Y el que disfruté en la última visita a Kaymus es difícil de superar. A su vez, el buen servicio del vino es mucho más frecuente que en el pasado cuando la pretenciosidad del envinado de copas, Riedel por supuesto, y demás cacharrería sumilleras parecían pretender convertir un vino aceptable en un Petrús añada 1971 con el aplauso entusiasta de los nuevos en esto de disfrutar del vino responsables de los excesos en lugares como La Cuina de Boro cuando no estaba Teresa Pérez.
A pesar de ello, siempre hay espacio para la mejora. Y como se acerca el nuevo año, y la tradición latina de los Reyes Magos, no me resisto a señalar seis deseos- de los muchos que tengo- para 2013. Aunque lo parezca ninguno es detalle nimio a pesar de que no guardan relación con la cocina.


3.-La asignación de mesas. Sigue faltando flexibilidad para su asignación realizada demasiadas veces en función de la comodidad, o capricho, del jefe (o jefa) de sala y su equipo y no del pagano. Si el local está completo nada cabe objetar. Siempre se puede explicar porque las mesas se han asignado en función del orden de reserva o de las peticiones realizadas (no lo compro pero es una excusa). Ahora bien, si el restaurante está medio vacío es un rasgo irritante que a uno no le permitan sentarse donde prefiera. De frente a la pared he visto sentado a gente cuando había mesas que no se había ocupado cuando me marchaba. Incomprensible. Dos excepciones: Lienzo y El Poblet
4.- Ofrecer llevarse el vino. Me comentaba mi padre, que fue de quien lo aprendí, que si había leído que lo hacía la reina de Inglaterra por qué no lo iba hacer él y sigo su consejo siempre que el sobrante lo merece. Pero para muchos les sigue resultado violento pedirlo. Pero si sobra media, o un tercio, de botella del vino pedido ¿por qué no se lo puede llevar quien lo ha pagado (si lo desea)? A pesar de ello, sigue siendo demasiado excepcional el que se ofrezca la posibilidad. Hace unos años se podía argüir que las bolsas para vino no eran fáciles de encontrar. No era excusa porque en Casa Esteban, al camarero, desgraciadamente ya jubilado, le pareció un detalle irrelevante y me la entregó en una bolsa de la compra del cercano Mercado de la Cebada. Hoy sí que no hay excusa.

6.-Y el más importante: las buenas tardes/buenas noches de bienvenida. No sé a ustedes, pero a mí me sigue pareciendo inaceptable que no me reciban siempre, con regularidad prusiana, con un saludo de cortesía. Demasiado a menudo, la bienvenida es un inquisitivo ¿tiene reserva? (Trenca dish) en donde si coincide con que suena el teléfono, te dejan con la palabra en la boca. En la mayoría un “hola” sin más. Sorprende cuando cada vez los locales que dan las gracias al hacer la reserva –algo que hace cinco años era excepcional- son la norma.
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Lo último en falta de atención: la línea de teléfono conectada a la música ambiente.
Está uno tranquilamente comiendo en un local, en mi caso de larga tradición en Valencia por la profesionalidad de su propietario, y de repente sobre un fondo de música clásica atruena un aviso taurino. ¡¡El télefono que por comodidad se ha contectaco a la música del local para oirlo mejor!!
Podría entender que sonara una vez. Pero no dos. Ni tres. Una falta de educación impresentable. Y encima, aunque sea lo de menos, con tono de aviso taurino. No les extreñe si cierra en unos meses. ¡¡Con esas formas!!

Esta que he elegido tiene la ventaja de que, al menos, va unida a una pequeña clasificación que me parece útil porque comparar distintas elaboraciones sin más es como hacerlo con peras y manzanas. Fue publicada a comienzos de mes por la revista Tasted.
(Dejo de lado en esta ocasión el escándalo de los precios del champagne en España que permanece. Fuera de las marcas más comunes, las diferencias frente a las tiendas de internet, de más de un 30% o 40%, no tienen justificación.)
Descubri tu blog hace meses gracias a Valencia Plaza.
ResponderEliminarComo valenciano que vive en Madrid y aficionado a la gastronomia, gracias por tu posts, que me permiten descubrir nuevos sitios cuando voy por casa y ademas, por tu enfasis en resaltar las mejores y peores practicas en los restaurantes de hoy en dia, espero que muchos lean tus recmendaciones.
El primer cambio a pedir ¿no debería ser moderar los precios ?. Por menos de 30 euros no hay forma de comer aceptablemente en ningún lado. Y fuera de España sí (Alemania, Bélgica, Holanda, etc.) si. Malo malo.
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