Todo ello en restaurantes de más de 50 € por comensal y en alguno cercano a los 80€. Sólo uno de ellos más moderado -el de la muralla- en el que una aceptable relación calidad precio de la cocina, no compensa, en mi caso ni de lejos, la violencia de la música pachanguera y otros no detalles de mal gusto.
Esta situación es resultado, en mi modesta opinión, de tanto ignorar lo indicado por Albert Einstein cuando escribió que no se puede pretender que las cosas cambien si siempre se hace lo mismo. (También escribió que "La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia" pero eso lo dejo para septiembre).
Competir frente a grandes marcas, ahora accesibles afortunadamente tras tantos años de tener que traerlas en el maletero desde Alemania, con precios más elevados por aquello de lo artesanal me parece un dislate; una muestra de manual de por qué estamos donde estamos.
Una marca es grande, fuera de las grandes grupos multinacionales que producen otra cosa, porque ha conseguido el apoyo de miles y miles de clientes; un elemento a considerar cuando uno, convencido de que lo que hace es bueno, quiere darlo a conocer.
Por otro lado, la cerveza "de verdad" no es la pasteurizada con lo que el desarrollo de la que podría ser la principal principal ventaja de las elaboradas aquí al lado frente a la importada, sigue sin contar con locales suficientes. Pocos son los que ofrecen alguna de estas cervezas en barril, cuando sí es posible degustar irlandesas o alemanas.
Pero, como en todo, hay excepciones. Esta Spigha Voramar es una de ellas. Es una tipo Blond Ale, aunque no demasiado oscura, y me ha parecido espectacular. De momento la mejor de las valencianas artesanas que he probado; perfectamente competitiva con las artesanas alemanas y estadounidenses (que conozco) aunque de algunas inglesas tengo mejor recuerdo. Y si bien su precio supera los 2 € merece la pena. Al menos combinarla con algunas de las importadas tan buenas y más baratas, pero no iguales. No todo puede ser perfecto. Busco la página web de la empresa: y ¡cielos! no figura. Si otras dos variedades, pero no ésta. Es lo que podría llamarse falta de atención al mercado.
UNA TRILOGÍA INSUPERABLE: tomate valenciano, buen jamón y mejor Jerez (a falta de Manzanilla aceptable)
En bastantes ocasiones no son necesarias grandes elaboraciones para disfrutar. El tomate valenciano es uno de los manjares menos aprovechados en restauración de los que tenemos, a pesr de muchos de los que vivimos por aquí sabemos que no hay otro igual.
El de El Perelló está intentanto que ésto cambie -esperemos que no a costa de manipulaciones al uso en el mundo de la agricultura comercializada- y quizá es el que más nombre tiene. No es mi prefereido. Los que compró de toda la vida el puesto Rafael Catalá en el Mercado Central de Valencia (entrando por la calle Palafox a la derecha tras pasar la zona central) me parecen mucho mejores. Y este año los vengo encontrando mejor que nunca aunque el momento álgido ya empieza a declinar.
Acompañados de un buen jamón, que no abunda ante el descomunal estropicio que se ha cometido con el abuso del término Ibérico, (como el de Sánchez Romero Carvajal) y un buen Jerez (mejor Manzanilla Pasada pero la de Navazos está ya muy lejos de ser lo que era, y para esa calidad su precio es exagerado) como La Pamesa de Hidalgo conforma una trilogía difícil de superar. Quizá pueda tener equivalentes pero no ser superada Algunos preferirían añadir aceite (también los tenemos excelentes y a precios aceptables menos alguno que se ha creído que produce oro) y acompañarlo con buen pan. Pero para mí, que a palo seco se destacan mejor los tres sabores y su combinación.
Q de Barella: un excelente cocinero en una inciativa arriesgada
Dentro del panorama gastronómico de la ciudad de Valencia, destaca la reciente inauguración del nuevo local del cocinero Quique Barella, durante años en el Aalto de Colón. Ha elegido para su vuelo personal el local de la calle FInladía que abrió Oscar Torrijos, ahora a punto de volver de su año en China no se sabe muy bien si para jubilarse y disfrutar de la familia o para seguir en la brecha.
La apuesta que está haciendo Barella es tan divertida para él, como arriesgada. Tanto por la ubicación como por la oferta en base a menús que varia según el mercado, con lo cual pierde el efecto memoria tan importante para mantenr un flujo de negocio, una vez visitado por todos los amigos.
La torrija de horchata de Barella, su plato estrella (hasta ahora) |
Y eso que por exigencias del menu, siempre con la dictadura de "a mesa completa", tuvimos que decantarnos por el de tapas. Hoy por hoy, me parece de lo mejor que tenemos en la ciudad y con unos precios imposibles de encontrar para esa calidad. Suerte y éxitos!! (de nuevo, la web en construcción como podrán ver si pinchan en el enlace del título; craso error)
Como dices, nadie te ha dado vela en este entierro. Como ya te dijo alguien según leí, porque eres tan tonto que hasta las críticas más extramboticas publicas, tienes menos gracia que Risto Mejide. A si que si estás cansado cógete unas largas vacaciones. La restauración valenciana que es la que tiene la presión de sacar esto adelante, te lo agradecerá.
ResponderEliminarni caso, Sr. Montana, al final esto es como todo: si te interesa lo lees y si no te interesa no lo lees. Se ve que hay gente a la que le pican las opiniones libres pero muchos otros estamos a la espera de la siguiente entrega.
ResponderEliminar