En la expansión
de nuevos locales que viene experimentando Valencia desde hace unos meses, se
corre el riesgo de olvidarse de los que llevan tiempo abiertos y en los que se sigue
comiendo muy bien. Uno de ellos es, en mi opinión, Restaurante Eladio desde siempre alejado de otras técnicas de mercadotécnica que no sean ofrecer
buena calidad y buen servicio a mejor precio. La técnica funciona y olvidar
este restaurante, como otros pocos, lleva a comer peor de lo que se puede o a
pagar un precio desproporcionado para lo que se consume.
Es Eladio
Rodríguez una referencia en la gastronomía valenciana desde hace décadas.
Formando en Suiza, su restaurante de la calle Chiva ha sido -en mi opinión- uno de esos locales en donde materia prima y
profesionalidad de servicio han ido siempre de la mano. Y todo ello con precio
moderado incluso cuando la ola del ladrillo hizo olvidar a muchos otros toda
norma de prudencia. ¡Así les ha ido!
Ahora,
desde hace ya algún tiempo es su hijo Michel el que se encarga del Restaurante
aunque no es infrecuente ver a su padre saludando a los clientes amigos. Menos,
me da la impresión, desde que unos meses su salud le hizo visitar las urgencias
hospitalarias. Pero Eladio y el restaurante, con Manolo en la cocina, forman,
al menos para mí, un todo único. Esperemos que Michel y quien sustituya a
Manolo cuando se jubile sean capaces de continuarlo.
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Manolo: el alma de la cocina |
Como
todos, la crisis no ha dejado de afectar al local. Con una reducción del número
de clientes pero también en la carta en donde han desaparecido algunos platos. Y
si permanece el steak tartare ha desaparecido el strogonoff al vodka que Eladio
también preparaba en la sala. Sin embargo, no se ha modificado la moderación a
la hora de fijar los precios ni el rigor para ofrecer un buen servicio. En Eladio
se come bien, se sirve con gran profesionalidad. Y todo ello a precio aceptable
para la materia prima, básicamente pescado y marisco, que ofrece.
Y así,
uno puede encontrar ostras, de las de Arcade y no ese engendro que, al menos de momento, es la ostra
valenciana, a menos de la mitad del
precio de algunos restaurante de arroz que se no se les cae la cara de vergüenza
por lo que cobran. Pero también el bogavante y, en ocasiones, centolla de primera calidad (dentro de lo que
hoy es posible). Lo mismo que una merluza
a la gallega que es la mejor forma de disfrutar de ella o un conseguido
bacalao infrecuente por estos pagos en donde predomina el industrial a menudo
demasiado salado. Las carnes las frecuento menos, pero el tartar que ha venido siendo uno de mis
preferidos.
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En ocasiones tienen unas centollas de cine |
Y a
ello se ha añadido la afición de Michel a preparar gin tonics con una colección
de ginebras que para un ignorante en este terreno como yo tira de espaldas.
Seguramente la ofrecen otros restaurantes, pero la concentración y cuidado a su preparación
que le he visto no la he encontrado en ningún otro local de la ciudad (aunque aquí la opinión que cuenta sea la de Antonio Vergara). Y cuenta también un atractivo menú picadas por 30 € (con IVA) que merece la pena probar.
Recientemente,
además, la decoración del local se ha modernizado. Por desgracia siguiendo la
tendencia valenciana de una iluminación excesiva. También la afición a tener
música pero aquí el gusto de Michel domina en forma de que nada que no sea relajante
suena (aunque prefiera comer o cenar sin ella). Y permanece también, quizá el
principal pero al local, una máquina de aire acondicionado demasiado vetusta que no sabe
de sistema inverter ni nada parecido y que resulta molesta por el caudal de
aire que arroja cuando está en funcionamiento.
Tampoco está actualizada la
carta en internet ni tampoco ha mostrado de momento Michel la atención debida a las nuevas
técnicas de comunicación que tan buen resultado le están dando algunos de sus
colegas. La página de Facebook es un buen ejemplo. Es lástima, sobre todo para
él, porque a pesar de la calidad que ofrece no se acuerdan de su restaurante
todos los que disfrutarían de sus servicios.
Las mejores papas (que conozco)
Las comenté no hace mucho en la parte superior del blog. Pero como varios lectores me hicieron ver que no se leía las vuelvo a destacar. Las patatas Tyrrell's ya están en Valencia. Igual ya lo estaban y yo no lo sabía pero ahor alas he encontrado en la tienda de productos estadounidenses de la Avda. del Antic Regne. ¡Una pasada (incluido su precio)!
Elucubraciones mentales sobre el poder de la crítica
Una de las conquistas de los paganos de servicios de turismo y gastronomía son las bases de datos en donde se exponen las opiniones de cada cual sobre un hotel o un restaurante. Recientemente, el cada día más madrileño diario
El Pais la ha emprendido contra ellas con la absurda pretensión de que una mala crítica puede hundir un local y que muchas son inventadas. Todo porque a que a su comentarista Mikel López Iturriaga le ofrecieron la jugosa cantidad de 300 € por
linkear un sitio en su blog.
Sin duda los inventos existen. Como las críticas inventadas Pero lo dominante son esas reseñas de restaurantes, pura miel de tanta lisonja, que llenan determinadas revistas y suplementos dominicales que son publicidad encubierta. Al margen de que no cabe mayor sobrevaloración de lo que uno escribe que considerar a los lectores incapaces de dilucidar entre opinión e información. Y aprender a separar el trigo de la paja. O simplemente a precisar su grado de acuerdo/desacuerdo con el crític@.
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