monti otoño 2013

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Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red

Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.

Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.

Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.

viernes, 15 de junio de 2012

EL desastre de la promoción gastronómica en la Comunidad Valenciana


e acaba de celebrar la VI edición de VLC Cuina Oberta, una semana de menús a precio especial para que el personal no pierda la costumbre de ir a restaurantes. Es una iniciativa interesante aunque no estoy seguro de que con ella uno pueda conocer lo que ofrece un restaurante con un menú que poco, o nada, tiene que ver con su carta habitual. Pero en todo caso es muy poco innovadora porque hoy la tiene casi hasta la última ciudad del globo.

La valoración de esta edición desde la perspectiva de los participantes es, por lo que leo y comento con algunos, ambivalente. No podía ser de otra manera: los hay muy contentos, entre comensales y restauradores. Y los hay menos contentos porque nunca llueve a gusto de todos. Aun así, a mí me empieza a irritar esto de que el éxito se mida en menús servidos en lugar de clientes satisfechos. Pero allá ellos.

Por otro lado, y en paralelo, se acaba de celebrar también la VIII edición de la Noche del Vino Valenciano, circunscrito a los vinos de DO Valencia, en una muestra más de catetismo, no ya de Cosme Gutiérrez y su equipo, que podría argumentarse que defiende lo suyo, sino de quienes están por encima de él en estas cosas de la promoción de lo valenciano que empieza a ser vital para la supervivencia de buena parte de las bodegas hoy existentes.

Como es fácil adivinar por lo que acabo de señalar, los puntos de conexión entre ambas iniciativas han sido nulos. ¿Cómo pensar en que en los diferentes restaurantes participantes en la VLC Cuina oberta se ofrecieran, por supuesto como opción, algunos vinos de las diferentes DO valencianas? Menos todavía, por tanto, en que alguien con capacidad para transformar esta propuesta en realidad decidiera avanzar, en este mundo global en donde somos menos que una gota, en que la Noche del Vino Valenciano pasara a ser -o se complementara con- la Noche de los Vinos de la Comunidad Valenciana. Como si no se pudiera colaborar en promoción aunque luego se compita duramente, como siempre se compite, por colocar los vinos propios frente a los de otros.
Dos responsanbles "missing total"

La cuestión, en mi opinión grave problema, trasciende la iniciativa privada y entre directamente en una de las funciones que debe tener el sector público en una economía avanzada. Frente a un tamaño individual insuficiente, de los restaurantes o de las bodegas, es a las consellerias de Turismo y Agricultura a las que corresponde coordinar esfuerzos y actuacines para promocionar unas actividades que pueden reportar grandes ventajas a la marca 'Comunidad Valenciana' que hoy no pasa por su mejor momento.

Frente a esta opción, las conselleras Maritina Hernández y Lola Jonhson dan la sensación de que sólo pasan por aquí. Vamos, que no tienen ni arte ni parte. Pero la tienen y toda. La responsabilidad y la incompetencia. Que en 2012 la Comunidad  Valenciana, que tanto presume de su potencial turístico,  carezca de una iniciativa conjunta de sus restauradores para promocionar su actividad fuera de sus frontera es inaceptable. Todo se queda en unos barracones de un cutre extremo en el cauce del río Turia para los alimentos tradicionales, luego paseados parcialmente por la geografía, las ferias varias de productos locales, insuficientes, y en una actividad local como la VLC Cuina Oberta que ni siquiera consigue maridar restauración con vinos.

E igualmente: que está comunidad no tenga una política de promoción de sus vinos, algunos de ellos en sus diferentes denominaciones de una calidad al menos igual a la media de los vinos españoles, es igualmente inaceptable. No se trata de pretender en el corto plazo igualarse a los franceses que han sabido dotar a sus Challenges de una reputación en algunos casos inmerecida.


Se trata de poner en valor a nuestros vinos porque es creación de riqueza, además de creación de satisfacción para aquellos que les agraden. Y partir de la realidad del sector, que no es la de otras zonas con grandes inversores y grandes empresas. Los sistemas para ser competitivos con esta estructura están todos inventados: las bodegas francesas son todavía más pequeñas.

No es la opción óptima unir la crítica gastronómica con la crítica a los políticos, en este caso políticas, como son las conselleras de Turismo y de Agricultura. Tampoco la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, hace nada mientras cierran uno tras otro los referentes de la restauración en el cap i casal. Más suerte tienen las tiendas de lujo de Poeta Querol, ninguna con marchamo local.

De manera creciente escucho lamentos en el sector sobre cuán lejos estamos de lo que hacen en otras comunidades autónomas, mientras que alguna que otra bodega y un buen número de restaurantes ven el cierre como la única alternativa. Quizá es que no la hay. Pero desde luego, entre el Drink Ribera, drink Spain de Ribera del Duero, y la nada más absoluta que es lo que hay aquí, queda mucho entremedio. Y que se produzcan estos cierres sin que los responsables políticos de estas actividades hayan movido un dedo para evitarlos es mucho más que lamentable. Es imperdonable.

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