monti otoño 2013

monti otoño 2013
Los mandarines y pontífices, la crítica gastronómica y la Red

Llevo en pocas semanas leídos ya media docena de descalificaciones, repletas de improperios, a la crítica, o simple opinión, gastronómica en la Red. Todas ellas de reconocidos comentaristas de los medios escritos de comunicación, algunos incluso críticos (en alguna ocasión). Alguno, incluso autor de meritorios Anuarios.

Es sorprendente el papel que puede deducirse que se pretenden arrogar: el de interpretes únicos de qué está bien y de qué no en el arte del buen comer y mejor beber. Como si el maltrato recibido en un restaurante o su deficiente calidad, nunca reseñados por ellos porque nunca lo sufriran por ser quienes son, no justificara un desahogo. Más: como si el lector de los mismos en alguna red fuera un subnormal incapaz de enterderlo como tal.

Ello además de otro elemento relevante que transcribo de alguien que sabe mucho más que yo aunque esté referido a la Red en general pero es de aplicación: "se echa de menos en su panorama algo más de acento en la vertiente creativa de la Red, que sin duda es importante. Hay gentes, que nunca habrían accedido a publicar en las ágoras que controlan los mandarines de la cultura y el mercado, que ahora publican y con mérito. Y si alguno lo hace por exhibirse es con el mismo derecho que tienen a exhibirse los pontífices de la opinión". Pues eso.

viernes, 7 de octubre de 2011

diblú: sorprendente decoración con buena comida


La cocina fusión arrasaba por doquier hace unos años en Madrid, claro que también en Nueva York con el espectacular Asia de Cuba en el Morgans. Aún hoy cuenta con buenos representantes por doquier. Valencia ha permanecido -que yo conozca- ajena a la tendencia y los pinitos de algunos no llegaron a nada. Este céntrico local, Diblú, afortunadamente no muy conocido por ejecutivos y gritones, ha hecho algún esfuerzo por hacer algo dentro de ella a pesar de sus riesgos. 
Tras un guiño inicial a Italia, incorpora ahora algunos toques de base asiática, más bien japonesa, adentrándose en muchas de sus propuestas en una combinación de sabores que lo aproximan a la sorpresa de la cocina fusión. Ello dentro de una carta (o menús) fundamentalmente eclécticos con algunos detalles innovadores. Y como estas novedades no a todos gustan, Diblú no descuida lo más habitual: todo lo que cabe bajo la amplia cobertura de la cocina mediterránea. Y por supuesto platos como los arroces o el entrecote o cochinillo que ante el hoy fácil (relativamente) acceso a carne de calidad en Valencia empieza a ser tan frecuente como antes las patatas fritas ahora desgraciadamente congeladas o desaparecidas.
Esta heterogeneidad, dentro de los restaurantes de precio moderado, hace de Diblú un local propuesta que se sale de lo habitual, lo cual es de agradecer. Se come como en muchos otros buenos restaurantes a base de tapas, ensaladas y pescados del día pero [casi] todos con un toque que los hace diferentes. Por supuesto, como también es habitual en estos tiempos que corren, ha establecido menús para aquellos que prefieren tener un precio conocido de antemano y/o guiarse por la selección del cocinero. Dado que prefiero ser yo quien se equivoque, y aunque la notable extensión de la carta teórica, no invitaba a ser optimista, lo probado no decepcionó. Entre lo mejor, las croquetas (de jamón y con reducción de vino y de bogavante con salsa kimuchi), los pescados y la carne (el entrecote no por habitual es necesariamente bueno en todas partes). Entre lo más flojo, las vieiras (¡lástima porque francesas y holandesas en su concha no están nada mal!), el foie y las patatas bravas ambos bastante anodinos (aunque no mal elaborados).
De los toques de la cocina fusión apuntada, como pueden ver, nada de nada. Ni tempura (mucho mejor aspecto el de Tastem frente al que sirvieron en la mesa de al lado) o maki de calabacín con salmón que no nos apetecían, ni Sushimaki sorpresa que no estaba listo (?). Pero la elaboración de los platos incorpora combinaciones de sabores interesantes, lo que hace la visita atractiva.
Los postres, con el chocolate como elemento dominante en casi todos ellos, no desentonan aunque no destacan. Y la carta de vinos que no es corta pero tampoco atractiva suscitó división de opiniones. Para mí es mejorable con algo de atrevimiento. Tampoco destaca el servicio, que intenta ser atento pero está falto de profesionalidad. Lo cual no estando el local lleno resulta sorprendente. A pesar de estas lagunas es un local a conocer: por distinto en la cocina y sorprendente en la decoración.
Diblú: Gran vía Marqués del Turía, 59.
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Obscur 2008. Está a punto de distribuirse, en los pocos locales en donde se puede comprar, la segunda añada de este vino impulsado por Juan Calatayud y Manuel FominayaundefinedSeguro que es interesante por distinto. En esta ocasión, además, han variado el coupage entre monastrell y marselan. Esperemos que la calidad del corcho de esta añada sea de mejor calidad y que el precio sea más moderado. Por 24 euros el que encontré en Vinarte de la cosecha 2007 se pueden comprar vinos de la zona del Ródano (u otros españoles) mejores.

3 comentarios :

  1. A mi parece que usted ha perdido de vista el principio de que escribe para los clientes y no para los restaurantes. No es en este caso sólo, pero información básica como el precio de los platos (o de la comida) precios de los vinos, etc. marcan la diferencia para los que pagamos.

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  2. Qué curioso! Hay un post exactamente igual sobre el Diblú, palabra por palabra en otro blog: http://estherballesterblog.wordpress.com/2011/10/08/restaurante-diblu-gran-via-marques-del-turia-59/

    No es por nada, pero alguien ha copiado a alguien, me temo.

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  3. Muchas gracias por la información a Anónimo. Como se puede comprobar el plagio sigue vigente.

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