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El origen de un erro que nunca debí cometer. El jueves cambio la imagen por la de las botellas que tengo en casa |
El origen de
J.L. Montana, aunque sin la referencia al
fabuloso
quarterback de los San Francisco 49’s, es antiguo. Nació de dos
experiencias en restaurantes de Valencia,
Viveros y el
Restaurante Azafata,
junto al aeropuerto. En el primero una
noche quise invitar a unos amigos a un
pato a la prensa que había degustado en una reciente comida. Gran decepción. La
prensa no funcionaba sino previo encargo. Intenté varias veces reservando por
teléfono y nunca estuvo disponible a pesar de que con gente destacada de mi
entorno familiar sí lo estaba. En el segundo, tenían un excelente postre de
naranja con soufflé. Lo mismo: nunca pude degustarlo si no iba con gente conocida.
Decidí entones que cuando pudiera escribiría de gastronomía, que lo haría de forma
anónima para comer como uno más, relatando no ya las diferencias sino cómo
comíamos los de a pie.
Cuando inicié mi colaboración en prensa, me fijé unos límites. El que viene a
cuento: aceptaría todas las críticas,
descalificaciones e insultos, pediría que no se dejara de publicar ninguna de
ellas y, si no eran anónimas, jamás las contestaría excepto para matizar y,
sobre todo, dar las gracias.
Desde entonces, hace casi una década, he recibido insultos,
no diré mil, pero si un buen puñado de ellos. Jamás los he contestado, todos los he
publicado y a casi todos sus autores anónimos, cocineros que van de divos, los
tengo localizados. Ellos creen tener identificado a Montana para desgracia de
tres universitarios que se han asociados a mi nombre por curiosas vicisitudes que sufrirán
las consecuencias (no todas negativas me parece por lo que uno me escribe).
Hace pocos días, sin embargo, un profesor de la Universidad
de Valencia que forma parte de un conocido grupo de cata y gastronomía, VEREMA,
no le gustó un comentario que hice sobre sobre Alberto Redrado. Redrado es un reconocido
sumiller que sin embargo, a mí –también a
todos los amigos en los que confío amantes de la gastronomía- me ha tratado a lo largo de los años con
una desconsideración que no acepto. Y que como he escrito la semana pasada ha acabado
por hartarme.
Esta persona realizó un comentario en el medio en que he
venido colaborando y en VEREMA (en donde abrió un debate sobre el trato del
vino en los restaurantes que era el tema de mi comentario). Ambos descalificatorios
y repletos de insultos. A los que se sumaron algunos más del mismo tipo de
miembros del grupo. No todos por supuesto que hay gente muy seria en VEREMA.
Nada
nuevo, excepto algo que le he honra al descalificador: firmó con su nombre. Un
rasgo que antes, para insultar y descalificar, sólo ha hecho un conocido
cocinero de Valencia. Después esta
persona se arrepintió y consiguió, ante mi asombro, entre indignado y decepcionado,
que le suprimieran ambos comentarios. Por supuesto sin una disculpa, pero eso
es lo de menos ahora.
Y ese asombro indignado y decepcionado me ha llevado a
incumplir uno de mis principios básicos y a varios errores.
Debí reaccionar como siempre, y agradecerle además que utilizara su nombre (sigo
dudando que pueda hacer de portavoz de un grupo entre los que tengo varios
admirados catadores de vino pero eso es marginal). Pero reaccioné como él. Y no una
vez sino varias en un intercambio de correos de baja altura. No menciono su
nombre porque deduzco que él lo prefiere.
Pero por mi parte considero que ha
sido un comportamiento inaceptable. Debo por tanto pedir sinceras disculpas a
mis lectores. Y también al descalificador.
Como resultado de ello, y para alegría de mis detractores,
he suspendido mi colaboración con el medio que dirige el periodista que ha venido publicando mis comentarios durante el último decenio. Me retiro a mi
blog para darme un tiempo y decidir si retomo la actividad con mi nombre, y sin
morderme la lengua como ahora, busco otro medio para seguir igual, ambas
cosas a la vez, o dejo de dedicarme a ello y a disfrutar de la gastronomía con
mi familia y amigos.
En cualquier caso mis lectores, pocos o muchos que eso
nunca se sabe, que estén al tanto del debate merecen mis disculpas. Y mi promesa
de que, aprendidas las lecciones del error, haré todo lo posible porque no se
vuelva a producir. Eso sí, como señalé el primer día: "La crítica gastronómica se ha convertido en un negocio. Debiera imponerse el comentario anónimo, para los productores y por tanto también para el cliente/lector. Como el rigor. No existe el paraiso ni la perfección. Pero la falta de profesionalidad cuando no el simple timo, en las cocinas o en la crítica, sí. De ahí Joe L. Montana".
Muy bien Joe, pero dónde podemos encontrar la información de la que habla. Me interesa mucho, pero me he perdido y me parece una discusión entre los que están en la movida y no en los clientes normales. Espero en todo caso que no lo deje que nos hace mucha falta: los que pagamos estamos vendidos.
ResponderEliminarGracias por su tiempo. Los comentarios están junto al comentario que los provocó.
EliminarChapeau Monty, pero me parece que con la sucesión de mensajes, que me pasa un coleguita, te arrugas. ¿te estás volviendo blando?. Te he leído en fb. No me ha gustado. Pero porque no les ha puesto blanco sobre negro al tal Contreras. Ese señor no da pie con bola. Empieza en Guatemala y acaba en Guatapeor. Ahora resultará que Verema que presume de ser más de lo más, va a se un grupo de amiguetes que se intercambian mensajes entre privados.
ResponderEliminarSi necesita apoyo "moral" para ese que dice que va a ir a ladrarle no tiene más que decirlo. ?matones en Verema? Ménudo titular. Le mando un mensaje con mi dirección de correo pero le ruego que no lo publique. Como usted quiero comer tranquilo
gracias por su comentario. Igual tiene razón, pero no lo veo así.
EliminarÁnimo, es importante contar con tus opiniones.
ResponderEliminarCuando hay un cruce de descalificaciones, al final, nadie se queda satisfecho. Eso me pasó también a mí en mi blog y por eso decidí que solo publicaría lo que me gustase, quién no está es por que no me gusta.
Me parece mucho más valiente tu actitud. Felicidades por todo lo que llevas hecho.
Gracias mil Paco por los ánimos. Pero como hemos comentado a partir de la reflexión que publicaste algo está pasando, y no para bien, en la gastronomía. Claro que donde menos se piensa salta la sorpresa. Y darla a conocer debiera ser recompensa suficiente. Pero como dijo aquel ministro que invadió Peregil y de infausta memoria: ¡joer qué tropa!
ResponderEliminarja ja ¡¡despedido sin contemplaciones de valenciaplaza!!. Hasta los que han aguantado hasta ahora sus exabruptos se han cansado de usted. Ja ja (a que no publica este comentario). Resentido más que resentido. Me he abierto una botella de Egly para brindar.
ResponderEliminarcontinúa por favor, ya está bien de tomaduras de pelo y alguien tiene que denunciarlo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarAnonimo 9 de octubre 23:07
ResponderEliminarde anonimo nada XX XX ni idea de lo que es un restaurante
El mensaje anterior, parece identificar a JLMontana con otra persona. Por su nombre pensé que no era identificable. Pero, según constato en Google, en Valencia hay varias personas con ese nombre conocidas (aunque no por mi). De acuerdo con la política de publicación de comentarios mencionada se recoge el comentario sin el nombre mencionado.